Articulo escrito por Francisco Javier Pedrosa*
El Kalevala, la epopeya nacional finlandesa, que recopila cantos procedentes de diferentes zonas del país, y en algunos casos hasta del siglo VII, otorga desde un inicio un protagonismo excepcional al agua. Es ya en las primeras estrofas de la obra literaria donde se afirma que el líquido elemento habría fecundado a Luonnotar (diosa hacedora en la tradición finlandesa) que daría a luz al bardo Vainamoinen. El agua en Finlandia no solo ha alcanzado semejante estatus en la tradición lírica sino que la ciencia también confirma su repercusión a lo largo de la historia del país cuyo punto de partida bien podría fijarse a comienzos del Holoceno. Fue entonces cuando el llamado Lago Báltico cubrió buena parte del sur del país mientras una masa de hielo glaciar descansaba sobre el sector septentrional. Incluso el topónimo utilizado por los finlandeses para referirse a su país está vinculado a la presencia de agua. Suomi podría proceder de suo- y -ma, es decir, tierra de pantanos. Desde los orígenes del territorio finlandés y de la historia de sus habitantes el agua ha inundado, empapado y mojado Finlandia en casi todas sus modalidades, ora pantanos, ora lagos, ríos y costas del Báltico a las cuales también uníamos las del mar de Barents antes de la II Guerra Mundial.
Los datos nos lo cuentan de otra manera: 187.888 lagos, 336.000 km de orillas (marinas, lacustres y fluviales), 178.947 islas, 32.383 fuentes y 647 ríos que suponen un total del 10% de la superficie del país. En términos absolutos y cuantitativamente hablando, la Federación Rusa (vecino hacia el este de Finlandia) cuenta con mayores reservas de agua dulce pero esta no es, a menudo, potable algo que sin embargo sí sucede en Finlandia a pesar del alto nivel de industrialización del país y de las tierras sometidas a trabajos agrícolas (afectadas por la fertilización constante que la producción de alimentos exige) y el aprovechamiento de los recursos ganaderos y sus consecuencias medioambientales. De hecho este país cuenta con la mejor calidad de agua potable del mundo. En Finlandia, el 80% del agua lacustre y el 40% del agua fluvial han sido clasificadas como buenas o excelentes. ¿Cómo lo hacen? Desde una aproximación natural el ciclo del agua y las condiciones climáticas vigentes, protagonizados por una precipitaciones considerables durante el estío, permiten que el caudal del flujo sea constante (con esperadas variaciones de acuerdo al ritmo estacional) y mantenga niveles elevados en aguas subterráneas y superficiales sin llegar a darse episodios de aridez. Por otro lado la extensión del bosque y con ello la presencia de ingentes cantidades de organismos filtradores y consumidores de carbono reduce, en comparación con otros países, la llegada a las reservas hídricas de elementos químicos presentes en gases emitidos a la atmósfera.
Algunos datos estadísticos nos ayudan también a explicar lo que parece un milagro y sin embargo se trata de una buena gestión sin secretos: Finlandia es el tercer país con menor densidad de población de Europa (18 habitantes/km2), donde la mayor parte de sus habitantes residen de manera cuasi concentrada en áreas urbanas localizadas a lo largo de la costa, lo que se traduce en una menor presión sobre el suelo y los recursos, entre ellos los hídricos. Sin duda partimos de situaciones favorables para contar con una buena calidad de agua potable al alcance todos. El 60% del agua consumida en Finlandia con fines alimentarios procede de los acuíferos y mantos freáticos mientras que el 40% lo hace de lagos y ríos pero independientemente de su procedencia y la calidad original de esta el agua es tratada antes de poder ser servida a los consumidores. Así las aguas superficiales deben ser procesadas debido a su alta concentración de carbón orgánico de procedencia natural y, en ocasiones, su consecuente desagradable sabor y mal olor. Estos tratamientos incluyen coagulación química, sedimentación y filtración en arena así como procesado a través de microburbujas y, en muchas de las plantas ello viene acompañado de tratamientos con ozono y filtración con carbón activo. Las aguas superficiales son también sometidas a la acción del cloro, sin embargo es el llamado DAF (dissolved air flotation), el proceso considerado como especialidad finlandesa. Además la calidad del agua es constantemente analizada por las autoridades locales que hacen saber a las sanitarias los resultados obtenidos.
A modo de conclusión podemos decir que la calidad del agua en Finlandia se puede entender como una consecuencia más de la coexistencia de dos variables fundamentales en la cultura y sociedad finlandesas a lo largo de la historia y que nos son más que un medio natural omnipresente y su percepción, interpretación y gestión por parte de las sucesivas comunidades humanas que aquí han convivido y sus valores culturales e identitarios. Cuando vengas a Finlandia bebe agua del grifo, es necesario y recomendable.
*Francisco Javier Pedrosa es geógrafo y Máster en Planificación Territorial y Gestión Ambiental por la Universidad de Barcelona. Está especializado en la interpretación de paisajes naturales y rurales de latitudes polares y zonas de montaña, en desarrollo rural y planificación del turismo. Lleva viajando y trabajando en destinos árticos y subárticos desde 2003. Dirige la consultora IWORU cuya actividad se centra en la planificación territorial y paisajística www.iworu.com, además del desarrollo de proyectos de turismo científico y colabora con los departamentos de Geografía de las Universidades de Oviedo, País Vasco y País Valencià.