Nuestro viaje a Saariselkä ha sido corto pero intenso. En sólo 3 días hemos podido disfrutar de una verdadera experiencia «lapona» con renos, huskies, caidas en la nieve, sauna, naturaleza, aurora boreal…
El primer día fuimos de paseo en snowmobile durante el cual pudimos observar la bonita naturaleza de Saariselkä. Me llamó la atención lo jóvenes que son los árboles en esa zona. Se nota que gran parte de la economía de Finlandia se basa en la madera. El paseo tuvo también un pequeño percance que afortunadamente
no deribó en nada grave.
Yo y mi acompañante volcamos de la moto con la mala suerte que el aparato cayó encima de mi pie. La verdad es que fue bastante doloroso pero misteriosamente no me hice nada, todo quedó en un susto y bueno, un golpe. Tengo que decir que estas motos no son ningún juguete y hay que tener cuidado ya que es muy fácil volcar. En este sentido, nuestro guia fue muy atento y me dijo que tenían un médico disponible en caso de que me doliera o viera que tenía algún problema.
La primera noche nos sorprendieron las famosas luces de colores que pueblan los cielos invernales del norte de Europa. Es necesario trasnochar y estar atento ya que igual pueden aparecer a las 11 o 12 de la noche que a las 3 de la madrugada. En esta ocasión fueron más blancas que azules o verdes y cambiaban de forma muy rápido.
Al día siguiente fuimos en trineo con los huskies. Son unos perros superdivertidos e hiperactivos, no pueden estar un minuto quietos y el ruido que arman con los ladridos es ensordecedor. La experiencia fue muy divertida y como no, nos caimos de nuevo, aunque no fue nada. Estas caidas son bastante habituales pero por norma general no tienen mayor importancia.
La cabaña era la típica casita de campo, íntegramente de madera y acogedora. Un poco escasa en luz quizá. Estaba totalmente equipada incluyendo cafetera, tostadora, microondas…no faltaba de nada. Tenía también una pequeña sauna eléctrica, que pusimos un par de ocasiones.
En la zona hay varios supermercados y restaurantes. La comida es típica de la zona y de buena calidad (carne de reno, frutos del bosque…) aunque hay que tener cuidado con algún que otro plato, ya que igual la cantidad que te ponen no se corresponde con el precio a nuestro entender. Por si hay dudas es mejor preguntar.
El último día fuimos a una especie de tobogán gigante que aprovechaba la ladera de un monte para servir de pista de esquí, tobogán para trineos..etc. Fue divertidísimo, parecíamos niños pequeños deslizándonos en la nieve. Nos lo pasamos muy bien y no descarto volver en el futuro quizá más días.