El invierno se acerca irremediablemente y algunos días nos despertamos con temperaturas bajo cero. Esta época es especialmente peligrosa en las carreteras y, aquí en el norte, tenemos que dedicar un ratillo a cambiar las ruedas de verano por las de invierno.
Es especialmente peligroso porque a finales del otoño y durante el deshielo de primavera la lluvia o el simple rocío dan lugar al llamado «hielo negro» sobre las carreteras. El hielo negro no es más que una placa de hielo sobre el asfalto que es difícil de ver, y generan bastantes accidentes durante esta época del año.
Así que el otro día cuando me levanté y miré el termómetro que tenemos fuera de casa, al ver que estábamos a -3ºC, decidí que había llegado el día de hacer el cambio. El cambio de ruedas de verano a ruedas de invierno es un ritual que hacemos dos veces al año. Hay un momento en el que es obligatorio hacer el cambio y si no lo haces puedes ser multado.
Las diferencias entre las ruedas de invierno y las de verano creo que las veréis claramente en esta última foto. Los neumáticos invernales cuentan con una serie de clavos que son los que permiten al coche rodar con seguridad por el asfalto, la nieve y el hielo. Aun así en algunas zonas bajan el límite de velocidad de 100 a 80 km/h, y conviene conducir siempre respetando la distancia de seguridad y evitando frenadas bruscas, pues a pesar de todo, las ruedas de clavos necesitan mucha más distancia de frenado que unas ruedas convencionales sobre el asfalto en condiciones normales.
Existen también unos neumáticos de nieve que no tienen clavos. Van bien por la nieve, pero en condiciones de hielo no son tan seguros y en Finlandia no son los más populares.
¿Has conducido en invierno en carreteras nevadas? ¿Utilizaste neumáticos de clavos? ¿Cómo fue tu experiencia?