Debe ser que la mayor parte de los españoles no estamos genéticamente preparados para el esquí, ni siquiera para el de fondo. Porque mientras algunos miembros de nuestro grupo sufrían simplemente por calzarse los esquís o por mantenerse en pie, niños finlandeses que casi no levantaban ni un palmo del suelo nos pasaban en un periquete y con una sonrisa en la boca.
Lo cierto es que el esquí de fondo no tiene demasiada complicación si sigues las claves que te proporcionan los monitores que te acompañan y si tienes un mínimo de equilibrio. Al principio puede resultar muy complicado cogerle el truco o mantenerte en pie, por lo que de lo de avanzar ni hablamos pero tras unos 15 o 20 minutos subidos a los esquís parece que podemos decir que empezamos a controlar lo que hacemos.
Total, tampoco hay que hacer muchas virguerías ni tenemos que ir a nuestro aire si vamos inseguros. Con este tipo de esquí podemos elegir entre ir algo más a nuestro aire o ir sobre seguro por los carriles marcados
¿El problema entonces? Que para unos principiantes, los tres kilómetros que separaban nuestra salida de nuestro destino pueden llegar a parecer interminables.