Antes de comenzar a contaros nuestra experiencia quiero agradecer a Julián toda la ayuda y consejos que nos ha dado durante estos meses de preparación del viaje, sin ellos no hubiera sido igual. También al personal de Lapland Safari, han sido muy amables y simpáticos con nosotros, todo ha estado organizado muy bien.
Begoña, mi mujer, Alba la peque y yo Alberto, llevamos varios años con ganas de hacer este viaje y este año hemos decidido no dejarlo pasar. Nuestra experiencia comienza en enero de 2013, en esa época comenzamos con los preparativos, vuelos en Finnair y elección de hotel. La época en la que teníamos idea de ir era en el puente de diciembre y estar 4 o 5 días, así que empezamos a ver vuelos y cogimos desde el día 3 al día 7 de diciembre. Una vez teníamos los vuelos a elegir hotel. Teníamos claro que queríamos cabañas ya que pensábamos que la experiencia iba a ser más auténtica. Después de ver las opciones que teníamos nos decidimos por Santa Claus Holiday Village, un acierto total, cerca de la villa de Santa Claus, a un paso de Santa Park y muy cerca del aeropuerto y de Rovaniemi. Tras esto comenzamos con la elección de excursiones, todo un reto ya que había que intentar hacer un poco de todo en los 3 días completos que estábamos. Después de algunos cambios y consultas y siempre con la ayuda inestimable de Julián nos decidimos por buscar auroras boreales en motos de nieve, trineo de renos y trineo de huskys. Y llegó el día…
Día 1 – 3 de Diciembre
Nos levantamos muy temprano ya que hay que estar en el aeropuerto a las 8 de la mañana, nuestro vuelo sale a las 10:10. Después de facturar y con puntualidad embarcamos y despegamos con destino Helsinki. Tras casi 4 horas de vuelo muy tranquilo llegamos con adelanto. La escala es sencilla ya que el aeropuerto es pequeño. Tras una hora de espera y muy puntuales también, salimos con destino Rovaniemi. Llegamos a Rovaniemi a las 17:30 hora local, una vez bajamos del avión ya empezamos a respirar esa magia que rodea esta zona. El aeropuerto es muy pequeño y con una sola cinta de equipaje lo que facilita su recogida. Allí nos está esperando el personal del hotel ya que disponen de servicio gratuito de traslados al aeropuerto. Una vez salimos del aeropuerto todo está lleno de nieve, ¡Vaya paisaje! Alba está encantada y alucinando. Una vez subidos al autobús nos hacen el check in en el mismo autobús y tras 5 minutos de viaje nos dejan en la puerta de la cabaña, la nuestra la 43.
Las cabañas están muy bien, no son muy grandes pero lo suficiente como para pasar cómodamente el poco tiempo que estaremos en ellas. Están muy bien equipadas con menaje, cafetera, microondas y una pequeña cocina para quien quiera cocinar. El baño completo con ducha y la tradicional sauna finlandesa que utilizamos, claro está. La calefacción es por hilo radiante aunque la controlan centralizadamente, pero la temperatura era ideal. En la terraza de la cabaña tenemos un trineo para nosotros solos que es una gozada, te puedes desplazar fácilmente con él y tiene un candado para dejarlo en cualquier lado sin peligro de que alguien se lo lleve.
Nos preparamos con las botas de nieve, el gorro y los guantes y nos vamos a dar una vuelta por la villa. Imprescindible las botas de nieve y calcetines térmicos así como gorro y guantes. La camiseta térmica no es necesaria, con una camisa o camiseta, el forro polar o un jersey y el abrigo es suficiente y en la parte de abajo unos pantalones vaqueros o de pana. Me imagino que más adelante cuando entre el invierno sí, pero nosotros es lo que hemos utilizado.
Después de dar una vuelta por la villa, cruzar el círculo polar ártico y tirarnos por varios toboganes de hielo, nos dirigimos al restaurante a cenar. El buffet no es muy variado, de primero ensaladas y una crema o sopa calentita y dos platos de segundo con un par de guarniciones, reno o salmón, quesos variados y alguna tarta y profiteroles. También hay buffet infantil con tres platos. Es cierto que no es muy variado, como he dicho, pero todo está muy rico. Y tras la cena y como estamos un poco cansados del viaje nos vamos a dormir.
Día 2 – 4 de Diciembre
Nos levantamos temprano, sobre las 8:30, todavía es de noche, desayunamos en el buffet que al igual que el de la cena no es muy variado aunque todo está bueno. Hoy hace un poco de frío pero se lleva bien, estamos a unos 14 grados bajo cero, sobre las 9:30 empieza a amanecer. Cogemos el trineo y nos vamos a dar un paseo por la villa. Visitamos la oficina postal y mandamos las postales correspondientes a nuestra familia y amigos y visitamos las tiendas de souvenirs. Comemos en una cabaña que hay al lado de las farolas que señalan el círculo polar ártico, se llama Santa Salmon Place. El restaurante es muy pequeño, apenas hay 5 mesas alrededor de una especie de horno-barbacoa de leña donde hacen el salmón al estilo tradicional. Sólo tienen de comida el salmón y una ensalada, está todo muy, muy bueno.
Sobre las 17:00 hemos quedado para ir a la oficina de Lapland Safari para la primera excursión, en busca de auroras boreales en moto de nieve. Una vez en las oficinas nos dan los trajes térmicos, botas, manoplas, que podremos quedarnos hasta la última excursión y tras unas explicaciones de seguridad y manejo de las motos comenzamos.
La noche es preciosa, el cielo está despejado y hay luna nueva, en teoría condiciones muy buenas para ver las famosas auroras boreales o luces del norte como dicen allí (northern lights). La niña va con uno de los guías en su moto y nosotros vamos en otra moto. La conducción no es sencilla al principio, tienes que ir relajado y dejar que la moto ‘te lleve’, hace algo de frío así que yo os aconsejo ir bastante abrigados, poneros guantes por debajo de las manoplas y buenos calcetines térmicos, sobre todo el copiloto ya que el manillar de la moto tiene calefacción. Después de una media hora y tras atravesar el río helado nos detenemos, apagamos las luces de las motos y esperamos que aparezcan las auroras. No se escucha nada, se respira naturaleza, tranquilidad absoluta, paz, es una sensación que no se puede explicar con palabras. Miras el cielo y lo ves repleto de estrellas, bajas la mirada y la oscuridad absoluta. No hay suerte, las auroras no aparecen así que volvemos a coger las motos y seguimos con la travesía. Tras otra media hora o un poco más de camino paramos en medio de un bosque, al lado de unas cabañas. En un momento los guías tienen preparada la leña y nos metemos en una de las cabañas donde nos calentamos y comemos unas salchichas y tomamos un zumo caliente de bayas riquísimo. Mientras comemos nos cuentan historias y creencias sobre las auroras boreales.
Recogemos y volvemos por donde hemos venido, esta vez sin parada. Tardamos aproximadamente una hora. No ha habido suerte y no hemos visto ninguna aurora boreal pero ha merecido la pena por las sensaciones vividas. La verdad es que es una excursión más para adultos que para niños, mi hija pasó bastante frío y no pudo disfrutar mucho.
Día 3 – 5 de Diciembre
Nos levantamos temprano, sobre las 8:00 ya que tenemos que desayunar y hemos quedado a las 9:45 para la segunda excursión, safari de renos hasta una granja de huskys. Nos recogen con mucha puntualidad, como siempre, y nos llevan a la oficina. Reparten los trajes a la gente que no los tiene y de nuevo al autobús con dirección a la granja de renos.
Tras una breve explicación de seguridad, nos montamos en los trineos, nosotros podemos ir los tres en uno, del que tira nuestra reno que se llama Yoda. Somos dos grupos de 4 trineos y cada uno de los grupos lo lleva un guía. Es un paseo muy tranquilo a través de bosques completamente nevados, es un paisaje impresionante. Tras una hora de viaje empezamos a oír los ladridos de los huskys. Paramos a un lado del camino y bajamos de los trineos para entrar en la granja. Nos dan una vuelta por un circuito de unos 500 metros en un trineo tirado por 12 huskys, en él vamos los tres junto con la persona que lleva el trineo. La experiencia no es mala pero te quedas con ganas de más. Después nos llevan a una cabaña donde comemos unas galletas de canela y un zumo caliente de bayas. Mientras lo tomamos nos hacen una breve explicación de la granja y de la vida de los huskys. Cuando terminan con la explicación salimos y visitamos la granja. Vemos los huskys, los acariciamos y nos hacemos fotos con ellos. Los cachorros, hasta un año, están en jaulas, pero los demás están fuera atados con largas cadenas junto a sus casitas, se los ve muy bien cuidados y alimentados. Finalizamos la visita y volvemos a nuestro trineo y a la compañía de Yoda para continuar con el paseo de vuelta a la granja de renos. De aquí nos llevan directamente al hotel.
Después comemos en un restaurante llamado Reindeer Café Restaurant Sirmakko que hay en el edificio Gift House, unas hamburguesas y unas ensaladas, todo muy bueno y con la conversación que nos da su propietario que es muy simpático. Después nos vamos a la cabaña, tengo preparada una sorpresa para la peque… ¡¡¡Nos viene a visitar Papá Noel en persona!!! Cuando llaman a la ventana, salimos a ver quién es y mi hija ve a Papá Noel en la puerta, literalmente flipa. Habla algunas palabras en español, pero la conversación es en inglés. Hablamos un rato con él y tras las fotos de rigor… nos ha traído regalos para todos!!! Mi hija alucina porque le ha traído una de las cosas que iba a pedir. Tras este subidón nos preparamos para dar una vuelta por la villa e ir a cenar.
Día 4 – 6 de Diciembre
Nos levantamos temprano, sobre las 8:00, hoy hemos quedado a las 9:15 para la excursión del día, safari de huskys. En principio habíamos quedado a las 8:30, pero como ya tenemos los trajes térmicos y la granja está cerca del hotel nos vienen a recoger después de dar los trajes a la gente que no los tiene todavía.
Llegamos a la granja de huskys y después de la consiguiente charla sobre seguridad y manejo de los trineos, nos dirigimos a los trineos. Allí están los 8 trineos con los huskys ladrando como locos y con ganas de comenzar a correr. Los niños van en el primer trineo, un poco más grande, tirado por 10 huskys. Nuestros trineos son más pequeños y van tirados por 6 huskys.
Cuando te montas al trineo la adrenalina empieza a fluir por el cuerpo, ¡Qué nervios! Estamos en el cuarto trineo, Begoña va sentada y yo conduzco. Empiezan a salir los trineos y… sueltan el nuestro, la sensación es indescriptible, que fuerza tienen, empiezan a correr y el trineo coge velocidad, la primera curva y ya me tienen que decir que frene porque con la emoción los he dejado que vayan a su ritmo y es demasiado rápido. En cada curva o lugar con dificultad hay un guía para señalizarlo, se van moviendo con motos de nieve. En alguna ocasión hay que ayudarlos empujando el trineo, pero son muy pocas. Ves cómo se refrescan mientras corren dando bocados a la nieve que hay en los lados del camino y como se revuelcan por ella cuando paramos. La travesía es preciosa, espectacular, atravesamos los bosques nevados, subimos y bajamos colinas nevadas. En la mitad del camino paramos y vamos a ver a la peque que va en el primer trineo, nos hacemos unas fotos y seguimos con la travesía. En total dura unas 2 horas, esta sí que no se queda corta, ha sido alucinante, la mejor de las excursiones sin duda.
Volvemos a la cabaña del día anterior donde volvemos a tomar las galletas de canela y el zumo de bayas y nos explican de nuevo la vida y costumbres de los huskys. Después visitamos la granja y nos trasladan a la oficina para devolver los trajes y tras despedirnos de la gente nos llevan al hotel.
Tras el safari vamos a hacer algo más tranquilo, vamos a ver Santa Park. Hay un camino desde la villa de unos 2 kilómetros que nos lleva directamente. Después de unos 25 minutos de caminata sencilla llegamos a Santa Park. La entrada es espectacular, un túnel de unos 50 o 100 metros que nos adentra en la montaña, en la mitad están las taquillas y el guardarropa.
Dentro de Santa Park hay un poco de todo, un bar de hielo, un tren mágico, una escuela de elfos, una escuela de galletas, un área de juegos para niños… También puedes ver a Papá Noel y hacerte una foto con él. Hay un espectáculo de música y baile que no está mal. En general mi opinión es que es bastante caro para lo que ofrecen, aunque Begoña no dice lo mismo, pero merece la pena darse un paseo y ver la entrada.
Volvemos al hotel por el mismo camino, ahora iluminado por farolas y hacemos las últimas compras. Tras la cena a dormir.
Día 5 – 7 de Diciembre
Hoy no nos levantamos muy temprano, después de desayunar vamos a dar una vuelta por la villa hasta las 12 que nos vienen a buscar a la cabaña para llevarnos al aeropuerto. Todo se ha pasado muy rápido pero este viaje lo recordaremos durante toda la vida.
Feliz Navidad y hasta siempre!!!