Día 1: safari nocturno de renos: en busca de las auroras boreales, pero por desgracia no vimos ninguna, el cielo estaba demasiado cubierto de nubes como para verlas. Aún así el safari nocturno por los bosques nevados (y encima los dos solos con el gruía) fue una bonita toma de contacto con la naturaleza y climatología lapona. Con nuestra ropa térmica debajo y el equipo proporcionado por la agencia, sólo pasé algo de frío en los dedos de manos y pies cuando ya llevábamos un buen rato en el trineo. A mitad del safari paramos a tomar unas salchichas, te y unas galletitas de jengibre en una cabaña en mitad del bosque mientras el guía respondía a nuestras dudas y nos explicaba algunos aspectos de la granja de renos. Los renos, los esperaba algo más afables, mi ilusión era poderlos acariciar pero me dijo el guía que no era muy buena idea, así que mejor hacerle caso que él es el experto!
Cenamos en el Restaurante Amarillo. El local es bastante grade y acogedor. La carta variada con platos de comida rápida, mejicana, ensaladas…
Día 2: rompehielos Sampo y castillo de nieve Lumilinna. Para mi era el mayor atractivo del viaje, y aunque era la actividad que más disparaba el presupuesto, superó con creces nuestras expectativas. El día acompañó con un fantástico sol que dejaba disfrutar del viaje y del paisaje en cubierta. La experiencia de ir rompiendo el mar helado bajo tus pies es simplemente alucinante. El poder bajar a mitad del recorrido y andar sobre las aguas heladas alrededor del barco, algo que nunca olvidaré. El chapuzón fue curioso, no notas para nada la temperatura del agua y es una sensación cuando menos llamativa el estar flotando entre trozos de hielo sobre esas aguas tan oscuras. Las sopas de salmón y de reno que tomas en el barco a la hora de comer son tan buenas como nos habían dicho, realmente te apetece repetir cuando pasan a ofrecerte un poco más.
Al volver al puerto nos llevaron al castillo de hielo de Lumilinna. Me lo imaginaba más grande, pero fue una bonita visita. Es curioso ver como está hecho todo de hielo, las esculturas, el bar, las habitaciones… no es que inviten mucho a pasar la noche allí, pero como visita extra para el día del rompehielos es recomendable.
Cena en el Restaurante Nili, un descubrimiento que nos hizo Julián a través del blog, y un gran acierto. Aunque no es precisamente económico, merece la pena darse un “caprichito gastronómico” y probar platos típicos de la cocina finlandesa en este acogedor restaurante donde te atienden con una sonrisa.
Día 3: excursión con huskys. Que ganas tienen estos perros de correr por la nieve! Lo había oído en varios sitios pero cuando estás allí y ves como se ponen de contentos cuando saben que les toca correr lo corroboras por ti mismo. El recorrido fue súper bonito, íbamos como unas cinco o seis parejas en sendos trineos. Nos tocó en segunda posición y nuestros perros tenían más ganas de correr que los del primer trineo, así que lo malo fue que tuvimos que estar todo el tiempo pendientes de frenar e ir parando para no pegarnos demasiado al trineo de delante. Las dos o tres veces que pudimos coger algo más de velocidad fue alucinante. Como nota curiosa algo que había leído y que no terminaba de hacerme a la idea: al comienzo del recorrido los perros no dejan de marcar el sendero haciendo pis y caca, pero lo hacen sin dejar de correr!!! Es realmente chocante las posturas que ponen para hacer sus necesidades sin dejar de correr. Al final del recorrido nos explicaron como se cría y educa a estos perros mientras tomábamos un zumo caliente y unas galletitas de jengibre.
Por la tarde fuimos por nuestra cuente a la aldea de Papá Noel. El recorrido que haces para verle es curioso, y la foto es un bonito recuerdo, pero he de decir que en general esta visita si que la esperaba mejor. Desgraciadamente el restaurante buffet que tan buena pinta tenía era sólo para grupos, y aparte de eso sólo había una cafetería pequeña con algo de comida rápida (comimos en la gasolinera de en frente). Lo demás, tiendas y más tiendas de souvenirs. Tal vez la visita al Artice hubiera sido interesante, pero como ya habíamos visto el bar de hielo del Lumilinna, pagar la entrada sólo por los toboganes no nos terminó de seducir.
Cena en el Koti Pizza, un local pequeño de pizzas para llevar con una barra para comer allí.
Día 4: Zoo de Ranua: contratamos esta visita, como todas las demás, con Erasetti. Al igual que en la de los renos fuimos los dos solos con el guía, que nos fue explicando curiosidades del zoo y sus animales. La entrada incluía un buffet para comer que era muy completo. Los osos polares son impresionantes, una de las hembras nos deleitó jugando con la nieve. Los glotones son unos animales muy curiosos, el macho no paraba de correr de una lado para otro por los senderos que el mismo había marcado en la nieve. El recorrido es muy bonito y los animales preciosos.
Por la tarde decidimos probar la estación de esquí de Ousnavaara. Fue una visita corta, tanto que decidimos repetir al día siguiente. Las pistas no son muy grandes, pero es una estación muy bonita con unas vistas preciosas. Y el horario es fantástico, al día siguiente pudimos disfrutar de una completa tarde de esquí hasta las 20.00, cuando ya es de noche y esquías con las pistas iluminadas.
Restaurante Martina, local de estilo italiano con amplia carta no sólo de pizzas y pasta.
Día 5: safari en motos de nieve y pesca en el hielo: otra vez tuvimos la gran suerte de disfrutar de este safari en pareja con el guía. Nos acompañó Kiril, que nos había guiado el día anterior en el Zoo, un chico ruso súper atento y agradable. Al principio la sensación no es de control total, pero conforme te vas sintiendo seguro empiezas a disfrutar como un enano. Qué descarga de adrenalina! En la zona sobre el río puedes poner la moto a bastante velocidad y en la zona entre bosque disfrutas de las curvas y el paisaje. Con la pesca no hubo suerte, pero lo que importaba eran las motos!
Antes de volver a las pistas de esquí comimos en el Restaurante de Lordi. El local es curioso, completamente tematizado, pero no se hará famoso por su comida.
Por la noche cenamos unas ensaladas en la habitación del hotel, algo cansados ya de tanta comida rápida, pizzas, hamburguesas y demás. Salvo Nili no encontramos restaurantes que se salieran un poco de este tipo de comida.
Día 6: centros comerciales y compras. Nos quedó parte de la mañana libre para poder hacer unas compras en Rovaniemi. No es que sea una ciudad que se caracterice por sus centros comerciales o sus tiendas, pero hay bastantes tiendas para ver en la zona central y peatonal.
Agradecer a Julián, al que nos encontramos en varios safaris, su atención y amabilidad.
Como te prometí sobre el Báltico helado, aquí está nuestra crónica de viaje.